Situado en una perpendicular a Juan Flórez y albergado en un edificio de los años 30, se encuentra este apartamento de poco más de 60 metros cuadrados en el que se redistribuye completamente el espacio. La vivienda original estaba muy compartimentada y carecía de luz natural en el recibidor y pasillo central al que se conectaba. Ahora las zonas comunes como la cocina, el comedor y el salón son reunidas cerca de la entrada en un ambiente diáfano siendo en cambio diseñados al fondo el dormitorio y el baño. Con la nueva distribución la entrada a la vivienda recibe luz natural a través de un separador de vidrio traslúcido y madera de pino lacada en blanco que deja que la cocina pase casi desapercibida. Para el suelo se recupera la madera existente en las zonas dónde es posible, combinándola con baldosa hidráulica dónde no. Para el diseño de las estancias destacan la madera y el color blanco, lo que acentúa la sensación de calidez, fluidez y luminosidad.